miércoles, 21 de septiembre de 2011

La acera de enfrente

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No hay nada como ir a un Salón de Belleza postinero para, mientras te revientan los granos faciales, poder codearte con lo más granado de la ciudad y poderte enterar de toda la rumorología de alto nivel nacional.
Una servidora que, por vaga y por desastre, se prodiga poco por esos lares, una vez que lo hace es para ir al más guay, por eso de que le cunda, ya saben. En fin... el caso es que, estando el otro día recomponiéndome de mis estragos del verano, oí  -durante las 2,30 horas que me ataron a un diván para darme mil vapores, tres masajes y varios sospechosos emplastes- todo tipo de conversaciones y comentarios. Y no es que a una le guste pegar la oreja en conversaciones ajenas... ¡nada más allá!... pero ni Beethoven en sus peores tiempos podría haberse abstraído del sonido gutural de siete cacatuas hablando a la par.
Así, ¡maledicencias del destino!, en vez de escuchar hablar sobre trivialidades tipo "vestido de novia de la duquesa" o "retoques estéticos de la princesa", tuve el infortunio de que se adentraran en un escabroso monotema... y es que les dio por dar un amplio repaso a los -más o menos- ocultos "maricones patrios".

¡Ay, Dios mío, lo que largaron esas bocas viperinas! Que si a ...pippp... le iban todas las marchas, que si el difunto ...pippp... con quién se entendía de maravilla era con su suegro ...pippp..., que si la pobre ...pippp... se pegó un cartuchazo a bocajarro porque pilló a su marido revolcándose con un soldado, que si a nuestro ...pippp... se lo trajeron precipitadamente de EEUU, cuando estaba estudiando allí, porque con su compañero de cuarto compartía algo más que el ordenador y los libros, que si el rollito raro entre ...pippp... y ...pippp..., que si el matrimonio tardío de don ...pippp... era una tapadera y que era archisabido que antaño había tenido un lío con el accidentado ...pippp... ... ¡¡¡Y todo en ese plan!!!. Y una servidora, con una letal mascarilla que le tenía la boca y la cara más rígida que a una momia y ¡sin poder protestar! Y no porque menda piense que es algo reprochable lo de ser homosexual y que piense que estaban insultando a todas esas personas por tacharlas como tal ¡nada más allá!. Ustedes que me siguen, lo sabrán. Pero aquello de la rumorología como que no me va y ante esos casos mi pregunta es siempre la misma: "¿usted estaba allí?", "¿usted lo vio?". Pero, claro, mi pasajera momificación me lo impidió.
Pero ¿saben?, casi que no merece ni la pena el meterse, porque es imposible el intentar hacer razonar sobre el respeto a la vida privada y mucho menos sobre el derecho a la libertad sexual de todo individuo, a una bruja que en aquel día de marras sentenció: "Es que yo, cuando coincido con una persona así (vamos, con un maricón) en alguna 'féte' no sé de que hablarle". "¡Pues del c-ñ- de tu madre, tía!", me dieron ganas de bramar. Pero, claro, me salvó el emplaste... porque tienen que entender que se hubiera montado la mundial.
Y es que no hay nada más destructivo, corrosivo, mal intencionado, nocivo y todo lo que ustedes quieran añadir... que un Salón de Estética "guay del paraguay" en la que una piara de señoras ricas, enjoyadas, a menudo enginebradas y aburridas se ponen a rajar y a reírse de los demás. ¡Y con 2,30 por delante que llenar y amenizar!
Definitivamente, me identifico más con el mundo masculino. Y no porque -como también se repasó aquella mañana- sea tan lesbiana como decían que es ...pippp..., ...pippp..., ...pippp... o ...pippp... ...  ¡que va!, sino porque -sin saberlo razonar- me siento más cómoda charlando con ellos, por aquello de que tiran menos de la mala leche y de la trivialidad.

El caso es que en Noviembre vuelvo al nido de víboras. Será digno de grabar lo que tengan que comentar sobre las inminentes elecciones, y los razonamientos y críticas que harán. La cosa promete y seguro que - en contra de lo que me molesta que se metan con el mundo homosexual- en esta ocasión voy a disfrutar. Ya les contaré; seguro que da para una contundente página. Ya se verá.

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