domingo, 13 de febrero de 2011

Ni "madre tigresa", ni "madre cordero"

Un tema que últimamente se ha hecho recurrente en mis más recientes salidas ha sido el de la educación de nuestros hijos.
"Para gustos, colores" que dice el refrán; pero lo que queda claro siempre que se habla de este asunto es que "la fórmula perfecta" no existe y que, según lo visto, nadie aprende de experiencia ajena y, por tanto, nos introducimos en este álgido embrollo sin saber a ciencia cierta si acertaremos en nuestro intento.
Es un camino, éste de la educación, lleno de escoyos, de rescoldos y hasta que tu hijo no llega a una edad adulta en la que tú intuyes "que lo que ya es, es lo que ya va a ser para los restos", vives esa etapa de tu vida con una angustia constante que te atenaza. Bueno... a algunos les agobia más que a otros...
¿Qué es lo correcto, entonces?¿Cuál es el modelo a seguir? Porque no me sirve eso tan usual de: "como yo me gusto como soy y veo perfecto cómo me he manejado en mi vida, voy a educar a mis hijos como mis padres me educaron a mi" ... No, no, no... porque tu hijo es un ente individual, muy probablemente muy diferente a ti e, indudablemente, vive en otro tiempo diferente al tuyo. Que al final, "a grosso modo", los valores son los mismos..., pues sí, pues vale... pero con mil pequeños matices de diferencia. Así que reproducir los parámetros educativos de tus padres no sirve.

Hace poco os hablé de los "ni-ni-ni-nis", de esos chavales según Salvador Sostres"atontados y holgazanes"(*), que son producto de un exceso de permisividad y sobreprotección por parte de sus progenitores. Pero entre dicha laxitud educativa y el autoritarismo propio de siglos pasados hay un abismo. Y en ese abismo es en el que está ese punto medio en el que radica la virtud.
Señores, que ésto es un "toma y daca". Para que te respeten, quieran, escuchen, apoyen o confíen en ti, tienen que ser igualmente respetados, queridos, escuchados, apoyados y respaldados con tu incondicional confianza. Eso de: "ésto es así porque lo digo yo... o porque yo lo ordeno" esta ya muy añejo. No reproduzcamos este tipo de modelo. No nos queramos convertir en tipos "Tea Parties", más rancios que las beatonas bigotudas de mi infancia en mi pueblo
.
Recientemente, he oído hablar de Amy Chua y de sus memorias: "Himnos de batalla de la madre tigre"(**).  En su libro dicta las reglas idóneas para hacer de tus hijos hombres y mujeres de bien, "recetas" éstas que han levantado purulentas ampollas a medio EEUU y parte del otro. Profesora de Derecho de la Universidad de Yale, esta "madre tigresa" aboga por la idea de "coerción y autoritarismo como método educativo". Imagínense que, tras lo leído, ahora están revisando si quitarle la tutela de sus hijos... Hay quién para justificarla hace referencia a los valores y costumbres del pueblo chino... ¡ pero también es costumbre en Afganistán cortar la nariz y la oreja a tu joven esposa si se revela y no por ello es justificable ni perdonable! (***)

En fin, sea como fuere, éste es un tema que por lo que sea, últimamente está en la mente, en el verbo y en la pluma de todos nosotros. Algo estaremos percibiendo para que nos preocupemos tanto. No me imagino yo a nuestros padres perdiendo ni dos minutos, divagando sobre cómo tenían que educarnos, y es que en aquel entonces, los principios -erróneos o no- estaban claros. Quizá ahí radica nuestra preocupación, que no tenemos pilares sólidos en los que creamos y a los que podamos aferrarnos. Lean a Salvador Sostres y entenderán de lo que estoy hablando.

(*) Leer: "Os estáis cargando España" de Salvador Sostres. El Mundo, 29 de enero de 2011
(**) Leer:"La madre tigre devora a sus hijos" El País, 6 de febrero de 2011
(***) Ver foto del Primer Premio  "Word Press Photo 2011" y leer: "El rostro valiente de la mujer afgana" de Marisa Flórez en El País, 12 de febrero de 2011

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