viernes, 27 de mayo de 2011

Entre Scylla y Charybdis

Cuenta la leyenda homérica que yendo a cruzar Ulises el Estrecho de Messina, ubicado entre Sicilia y Calabria, tuvo que tomar una difícil decisión ya que, en cada una de las orillas de este angosto brazo de mar, habitaba un monstruo. Así, si se aproximaba a la costa calabresa, se encontraba con Scylla, monstruo de 6 cabezas que habitaba en una destructiva y letal pared rocosa, y si optaba por la costa de Sicilia, se topaba con Charybdis y sus infernales remolinos de agua.-  Duro dilema el del gran héroe griego que tuvo que dilucidar y decidir en qué lado morirían los menos de sus fieles hombres y hubo de sopesar si sacrificarlos estrellándolos contra las rocas o siendo deglutidos por ese insaciable y voraz remolino.

Hoy, con este prólogo que recuerda a este gran héroe mitológico, quiero homenajear a otro héroe mucho más sencillo, mucho más anónimo, cuya gesta no inmortalizará ningún Homero; un héroe de nuestro tiempo que al igual que Ulises tuvo que escoger entre enfrentarse a la letal Scylla o a la, igualmente, mortal Charybdis...
Me refiero a Jan Mohammad, un humilde maestro afgano que sacrificó su vida por un ideal y que, como el griego, tuvo que elegir; en su caso, entre su Conciencia o su Muerte y al no imaginarse sobreviviendo sin la primera, optó por la segunda. Así, este martes pasado fue finalmente asesinado a tiros por un grupo talibán que lo llevaba amenazando reiteradamente por "negarse a cerrar su escuela para niñas"...
Porque, les cuento, el buen Jan creía en la igualdad y quiso cambiar el destino de tantas y tantas niñas afganas abocadas a "ser menos que nada". Quiso aportar su granito de arena para cambiar una realidad que le indicaba que "en una población de 30 millones de personas, solo el 12,6% de las mujeres afganas sabían leer y escribir", que le decía que "de un total de 6.150.000 niñas menores de 14 años, sólo 2,4 millones iban a la escuela y de ellas, solo al 20% las dejaban asistir con regularidad a las clases" , que le mostraba que, en cambio, todos los niños varones leían, escribían, se preparaban para el futuro. Y, al final, por no entender ni admitir esta diferenciación, entregó su vida.
¡Ah!, pobre Jan que con su escuela incendiada y su cuerpo acribillado a tiros no llegó a conseguir que su heroica empresa se culminara... Pero ¿saben?, si en su dura decisión, el gran héroe griego venció a Scylla y sobrevivió a Charybdis consiguiendo pasar del Tirreno al Jónico cruzando por ese mortífero pasaje, este humilde maestro de aldea venció al Miedo, sobrevivió a su Conciencia y culminó su vida con la Paz Interior de haber hecho las cosas "como había y creía que tenía que hacerlas".

Descansa en Paz, Jan Mohammad, humilde profesor de escuela, y recibe todo mi agradecimiento. Recibe toda mi gratitud porque hoy, por un instante, me he sentido reconciliada con la naturaleza humana y todo gracias a tu grandeza. No habrá Homero que te cante, ni leyendas que alaben tu gesta, pero con que una niña, una madre o una abuela de esa aldea de Porak reconozca, aunque por terror en silencio, que diste tu vida por ellas y te lleve en su memoria, narre tu historia y trasmita tus ideales, tu compromiso y tu entereza, quizás desde el "más allá" pienses que ha valido la pena.
Va por ti, Jan Mohammad, maestro de maestros, héroe de héroes, adalid de tu generosa y grandiosa Odisea. Va por ti y descansa en paz.

(*) Fuente: "Asesinado por enseñar a niñas afganas. El director de la escuela ignoró las amenazas talibanes contra la admisión de alumnas". EL PAIS, 26.V.'11

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