jueves, 3 de marzo de 2011

La viña del Señor.

A pesar de lo que muchos opinen, "todos somos iguales en la viña del Señor", entendiendo "la viña del Señor", a la de nuestro Dios, la de Ala, la de Buda y la de todos esos Señores del mundo mundial a los que cualquier ser humano de cualquier raza quiera venerar...
"¡Los españoles son idénticos! No sabía distinguirlos cuando llegué"... ..., leí el sábado pasado. ¿Y de quién provenía tan desatinada afirmación?, se preguntarán. Pues, agárrense, de un chino. Hong Guang Yu Gao, se llama el nota y es "el primer vocal chino en una cámara de comercio española".
Para que vean ustedes lo que es la vida... ¡y nosotros pensando lo mismo de ellos! Por eso, por venir de quien ha venido, ésta afirmación me ha dado que pensar. Me ha hecho reflexionar sobre la cantidad de "chirigotas" que llevan soportando estos pobres orientales a costa de su semejanza física y sobre lo molestos que, durante todo este tiempo, se han tenido que sentir a costa de ello.
Porque, señores, a mí esta afirmación del chico éste me ha sentado a cuerno quemado. Eso de que me meta en un mismo saco de semejanza física con Teresa Fernández de la Vega, con Leire Pajín o con la misma Belen Esteban no me ha gustado. Todavía, si me asemejara a Elsa Pataky, pues vaya, ¡pero ésa, precisamente, vive, creo, al otro lado del charco!, así que no entrará en el lote de las "similitudes físicas patrias"... ...
Que se sepa, en nuestra tierra los hay bajos, altos; rubios, morenos; de pelos lacios, rizados; de ojos oscuros, claros; de piel cetrina o pálidos. Hay un gran abanico de variedades. Por eso, éso de que me hayan metido en el mismo saco de patatas con el resto de mis congéneres patrios me ha chamuscado. Y mucho. No se a que viene ese comentario... a no ser que... hmmm..... el chaval haya querido meternos un buen pullazo.
Merecido nos lo tenemos, porque, que tire la primera piedra el que esté libre de culpa. Todos, en algún momento, hemos hecho un comentario de ese tipo a su costa y aunque sea verdad, que son todos iguales (es lo que hay, sorry) podríamos ser un poquito más respetuosos a la hora de expresarlo. Más cautos. Y ésto lo hago extensible a los negros, a los peruanos, a los árabes, a los esquimales y a todos aquellos que nos cuesta distinguir por sus rasgos.
Hace un tiempo, leí en una novela africana de Henning Mankell, que a los sudafricanos les da una grima tremenda la piel blanca de la mujer occidental y que, salvo en contados casos, no les resulta en absoluto atractiva ni apetecible. Dicha confirmación, en su momento me chocó; y me desconcertó porque en nuestra natural prepotencia occidental pensamos que nada hay mejor que nosotros mismos.
Hay que reflexionar y admitir que, en la viña del Señor, hay un sin fin de infinitas variedades, desde el escarabajo pelotero o la babosa, a Gisele Bundchen o Naomi Campbell. Y por especies, no todas las ovejas son iguales, ni las focas, ni los delfines, ni los tigres, ni las mantis religiosas, ni las salamandras rabilargas, ni las zarigüeyas, ni los calamares, ni las patatas, ni los peros, ni los tomates, ni las naranjas y, por supuesto, ni los chinos, ni los negros, ni los árabes. Para el Señor, todos somos uvas exactamente igual de redonditas y de dulces en su viña, al menos eso dice la Biblia; pero fuera de ese libro, cada uno de los seres que poblamos esta tierra somos individuales, únicos, con nuestros defectos y nuestras cualidades.
Por eso, "mea culpa"; a partir de hoy voy a intentar enmendarme y voy a procurar distinguir en cada chino que me cruce, sus infinitas y particulares peculiaridades. Es verdad que, aparentemente, todos son igual de estatura, tienen la misma piel, los mismos pelos negros y lacios, semejantes ojos rasgados, tienen el mismo timbre agudo de voz, y todos te miran de soslayo, pero habrá que intentarlo. Todo sea por Hong Guang Yu Gao, que con su irónico y sutil comentario nos ha hecho levantar la vista de esos gigantescos ombligos propios a los que constantemente nos miramos.
¡Va por ti Gao!, te presento mis excusas por mis chistes pasados pero acércate que te voy a decir una cosita al oído para que te enteres bien y no nos escuche nadie : "Que sepas que todos los chinos sois iguales; es lo que hay. Que te vayan dando"

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