domingo, 24 de julio de 2011

Pasemos página, 75 años son ya demasiados

 "Abuela, cuéntamelo, relátame otra vez lo de los Crespo, por favor, anda" y mi abuela paciente, mientras hacía su croché, me narraba lo de aquel pelotón de fusilamiento del '36 y de cómo guiaban por la calle Concepción a ese padre con sus cinco hijos varones -con doce años el más pequeño- camino del paredón del cementerio y de cómo lloraban las mujeres viendo pasar ese terrible cortejo...  Tristes historias las que surgieron de esa terrible guerra, cruel por cainita, salvaje y sangrienta como todas ellas.

Pero si hoy me viene al recuerdo aquellos momentos con mi abuela, su croché, la camilla, el bracero y la triste historia de los Crespo es porque he leído recientemente un artículo titulado "Niños frente al pelotón de fusilamiento", en el que se narra cómo "la Guerra Civil segó la vida de cientos de menores cuyas historias permanecen en el olvido", y  en el que se explica cómo, a falta de abuelas como la mía, "la falta de descendencia  ha apagado la llama de sus recuerdos"...  ... Es un artículo conmovedor, de historias tristes, desgarradoras, de esas que te dejan con el corazón y el espíritu sobrecogidos. Son las historias de los niños Dionisio, Félix, Juan, Pedro y del crimen que cometieron, pena capital por "ser hijos de hombres de izquierda"... ...  Historias de una barbarie descomunal en la que todos sufrieron porque ¿saben cuales fueron las faltas que llevaron a esos cinco hijos Crespo, 19 años el mayor, 12 años el más pequeño, a morir con un tiro en la nuca junto a su padre?: la de ser hijos de un hombre, en este caso... de derechas. Y es que sí, también ellos sufrieron. Y si me dicen, para justificar a unos y juzgar a otros, que unos mataron desde la incultura y el analfabetismo y los otros desde la razón y la estrategia, me da igual, no los oigo. Porque todos mataron desde el odio; simple y llanamente por odio. ¡¡¡Todos!!! Y no me refiero a los que lucharon en las trincheras, sino a aquellos que cobardemente asesinaron a García Lorca y a tantos como él o a los que, sin pestañear, diezmaron a la familia Crespo.

Han pasado 75 años de aquello, tres cuartos de siglo desde aquel fatídico 18 de julio, día de la sublevación, que dio pie a este monstruoso momento de nuestra historia. Y yo me pregunto ¿no es ya demasiado tiempo?, ¿no es ya tiempo para perdonar, para olvidar, para pasar página? ¿No es ya el momento de que desterremos de nuestras tripas todos estos rencores y extraigamos toda esa mala sangre que aun nos corre por nuestros cuerpos? ¿A qué nos lleva remover todo esto? ¿Volverán acaso con ello a correr por las plazoletas Dionisio, Félix, Juan, Pedro o el niño Crespo?... Si a algo nos tiene que llevar este dantesco pasaje nuestro es a concluir que no se puede volver a repetir algo igual, nunca más. Ya está. Todo ha de resumirse en éso.

Esta separata conmemorativa de la que he extraído el artículo de aquellos chavalillos prematura e injustamente muertos, tiene otro artículo a su vez que se titula así: "¿Es posible cerrar las fosas de la memoria?. Y sigue: "Un enfrentamiento civil deja heridas incluso en cada familia. Sería preciso trascender las lecturas interesadas e intentar, al menos, un relato común de lo ocurrido".-  Sabias palabras éstas. Pongámonos a ello, dejando en un definitivo aparte dramas personales y entendiendo que todos los que vivieron aquello, sufrieron.

Y termino con un rayo de esperanza, con un hálito de optimismo. Volviendo a la separata de marras, publicada en EL PAIS el domingo 17 de julio, hay un tercer artículo en el que se entrevistan a testigos que vivieron el alzamiento en directo. "Escúchame, así viví el 18 de julio", se titula. En él, se nos dan a conocer numerosos testimonios de excombatientes de ambos bandos, encumbrando la crónica con una foto magnífica -por representativa y encomiable- de un abrazo. Un abrazo entre dos ancianos, uno nacional y otro republicano. Sobran más palabras.- Pasemos página de una vez  y digámosle adiós a ese pasaje trágico de nuestra historia con ese simbólico gesto de reconciliación. Han pasado 75 años; demasiado tiempo.

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