domingo, 23 de octubre de 2011

"Quién a hierro mata a hierro muere" (Mateo, 26:52)

"Quién a hierro mata a hierro muere", fue la última frase que escuché hace tres noches, concrétamente el jueves 20 de octubre, antes de irme a dormir. Tenía suficiente. De seguir escuchando, viendo, habría conllevado el no conciliar el sueño...
Tan lapidaria frase venía de boca de un chaval ( 35 años tendría, poco más que mi hijo) árabe-español, analista él del fenómeno liberador que se esta produciendo en el mundo árabe, haciendo alusión al notición del momento, o sea, a la muerte de Muammar Gadafi.
Es verdad que todos deseábamos que finalizara el conflicto libio; era ya demasiada la sangre que se estaba derramando en él, y todos sabíamos que el tirano -como buen bereber- jamás abandonaría su tierra -en la que creció, la que le vio nacer- si no era con los pies por delante. Gadafi capturado o muerto era la única solución para que todo finalizara, como lo fue con Hitler, Mussolini, Saddam Hussein, Bin Laden... todos ellos ostensiblemente muertos, cruentamente.
Para lo que no estábamos preparados (o, al menos, no lo estaba una servidora) era para contemplar un linchamiento. Así, a pelo. Esa son las cosas que dan estos tiempos, que nos lo muestran todo a lo bestia, sin uno quererlo.
Señores, no hay nada que justifique lo que vimos e hicieron el jueves con ese, indiscutiblemente, deleznable hombre, porque, si bien había cometido mil salvajadas y ocasionado miles de muertos, merecía (y si no lo merecía, al menos -ejemplarizantemente- se le debería de haber hecho) un juicio justo; juicio que lo hubiera llevado sin duda a la horca, como a Saddam, pero juicio al fin y al cabo.
"La jauría humana", las masas descontroladas, el odio de esos rebeldes sedientos de sangre propiciaron tan espeluznante final, lo sé. Porque ¿quién frena en ese momento a la locura, a la euforia, al que pensasen: "fui yo el que pisoteó, arrastró, humilló y asesinó al dictador"? ¿quién borra en esos momentos de las mentes de esos hombres-salvajes a sus hijos, hermanos, esposas o padres muertos?
Lo que no tiene nombre es el escuchar a un Barack Obama, premio Nobel de la Paz, cómo justificaba, al día siguiente y ante todos los medios, tan repugnante suceso con estas palabras: " 'es el destino inevitable' que pueden esperar todos aquellos que se empeñan en 'gobernar sus pueblos con puño de hierro' " Y todo así, dicho en frío, sin el enajenamiento que pudiese provocarle la lucha reciente, la sangre salpicada, el olor a pólvora recién disparada, que de alguna manera exime de cierta culpa a aquellos que perpetraron el hecho ... ... .- No tiene nombre; más viniendo de un Obama que, presionado por el fuerte lobby judío norteamericano, esta tolerando e incluso apoyando todo tipo de tropelías cometidas por Israel y, concrétamente, por su Presidente Simon Peres, o su Primer Ministro Benjamin Netahyahu, o esta negándose abiertamente a la "solicitud para que Palestina sea Estado de pleno derecho de la ONU" petición presentada por Mahmud Abbas recientemente. De hecho "Estados Unidos es una de las voces más críticas con la iniciativa promovida por Abbas, anunciando ya que la vetará"... Vamos, que no está el hombre últimamente muy legitimado para andar dándonos lecciones de principios éticos.
Y me pregunto yo ¿donde quedó aquel Obama libertador, defensor de las causas nobles, inteligente, refrescante, idealista... con  el que todos nos entusiasmamos y al que todos recibimos con ilusión y expectativas?
Al final, nada cambia. Por mucho que transcurran los siglos, básicamente nada cambia. Avanzamos tecnológicamente, tenemos mayor calidad de vida, la Sanidad mejora día a día a una velocidad vertiginosa, la mujer mejora en sus derechos, cada vez hay menos analfabetos, casi todos hemos tenido acceso a la visión de contemplar el mar, podemos votar a quienes rigen nuestros pueblos... Mejoramos, mejoramos, mejoramos... Pero lo que, de manera irrevocable, esta asociada a la idiosincracia de la naturaleza humana, transcurra el tiempo que transcurra, es aquella descripción que haría sobre ella Horton Foote en su libro "La jauría humana" y que viene a decir que por muy civilizados y hombres de bien que nos consideremos, hay algo en nosotros que, al olor de la sangre, del sudor, del odio y al amparo de la masa, nos convierte en hienas sanguinarias, en jauría.
"Quién a hierro mata a hierro muere" sentenció Jesucristo al ser detenido. O como diría la ley del Talión"Ojo por ojo, diente por diente"
Pero, señores, repito, no hay nada que justifique el final del dictador libio Muammar Gadafi. Ni amparándose en lo que dijese el mismísimo Jesucristo, ni porque lo dicte la Ley del Talión, ni porque lo aplauda el cuadragésimo cuarto Presidente de los Estados Unidos con un país a sus espaldas que aún castiga con la Pena de Muerte cuando lo considera conveniente.
A un hombre no se le puede linchar así. E impunemente, grabado con vídeo y a la vista de todos.
No hemos conseguido lo que hemos conseguido durante todos estos siglos para llegar a ésto. Al menos así lo veo yo. Repugnante.

2 comentarios:

  1. Esperaba un comentario sobre accidente del controvertido Simoncelli, pero siempre es un placer leer tu blog. Esos moteros que no andan en moto, curvean...que siempre visten de cuero aunque haya cuarenta grados, que hacen homenajes a los caídos cargados con antorchas...que tribu! Besos, Nachi

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  2. Hombre Nachi!, que alegría!... No me digas que sigues aún ahí leyendo mis desbarres y desvaríos!.-
    Son muchos los temas que se me quedan en el tintero,esbozado y sin concluir por falta de tiempo, pero, concretamente, el de Simoncelli no fue uno de ellos. Es un asunto que me aberra y para el que no tengo palabras. Ya escribí sobre algo semejante en "Es que son niños", allá por otoño del 2010 y no tengo más que opinar.
    Es un mundo incomprensible para mí, más al comprobar que se lleva a cabo con la absoluta complacencia de los progenitores de los muchachos.
    En fin... aberrante y denunciable.
    ¿Tú que tal? Te echamos de menos en septiembre por lo del Serra.
    Abrazos. Concha.

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