miércoles, 10 de noviembre de 2010

El universo lingüístico de Flavia.

El padre de Flavia es castellano; la madre, toscana. Flavia, por tanto, es bilingüe. Habla en su casa castellano e italiano por igual.
Pero, además, la hispanoitaliana Flavia va a un cole "supersuper" de su actual ciudad, en el que las asignaturas se imparten en inglés, excepto la música, que se enseña en alemán. Para más "inri", como lengua obligatoria aprende el francés y como optativa, el chino mandarín... Con lo cual, maneja seis idiomas en su vida diaria...
Y ¿cuál es el verano de Flavia?. Ella se va con sus papás a Oxford, ella no va a la playa, y mientras que los demás niños hacen castillos de arena, ella los hace de conocimiento y de la palabras nuevas y extrañas.
Y, así, Flavia ya es trilingüe. Habla con absoluta naturalidad a su padre en inglés, a su madre en italiano y el español lo reserva para sus recreos, sus amigas y sus juegos...
Flavia, simpática, charlatana, toda una florentina pálida, de pelo rubio y mirada clara, tiene ocho años y tal sensibilidad lingüística, idiomática y acústica que si se cruza con una de Valladolid le habla en vallisoletano y si me ve a mí, me habla en un andaluz cerrado. Así son sus registros. Si la sientas con un florentino, un castellano, un inglés y  un andaluz, ella se dirigirá con absoluta fluidez y naturalidad a cada uno como le corresponda. Sin titubear. Y no se te ocurra reírte o bromear sobre  su variaciones del español porque no lo entenderá...
Y ahora, díganme, si yo cojo hoy a la multibilingüe niña Flavia y le cuento que la Real Academia le va a cambiar el nombre a la "i griega", ¿qué dirá?... Yo lo tengo claro. Pues nada, no dirá nada. Se encogerá de hombros y le dará igual porque, en su universo de palabras, ésa sera una nimiedad. ¿Qué más le dará, si para ella la Y no es mucho más que un tirachinas sin goma o un árbol sin hojas... y el español, una lengua más entre ese amplio abanico de idiomas que baraja? Y se adaptará sin titubear porque es chica, blandita como la macilla y  tiene una mente tan global que se adecuará a todos los cambios que le vengan con absoluta facilidad.

Pero, ¿saben qué? pues que yo no soy la pequeña Flavia, ni tengo su edad; estoy dura como la mojama y me amoldo a las novedades con dificultad. Y encima soy una romántica y me gusta mi exótica Y en mi abecedario, tal cuál, sin modificar...; como me hace gracia lo de nuestra famosa y problemática Ñ, ella tan española. Son cosas de la edad...
Aunque lo intente racionalizar, no entiendo el por qué de que tengamos que rebautizar a nuestra entrañable letra helena cuando está muy bien como está. Sudor y sangre nos costó en la escuela aprender el abecedario, para que ahora nos lo vengan a cambiar. Porque, además, ya no tendremos 29 letras, sino 27, ya que se suprimirán la "ll" y la "ch". Mi canción con la que aprendí el abecedario, a este paso, se me va a quedar en la mitad... Otra novedad será la de los acentos; muchos de ellos desaparecerán ya que lo quitarán de la "o" cuándo vaya entre números, de la palabra "sólo", o de los monosílabos "guión", "truhán"... Aunque ésto, lo reconozco, me da más igual, ya que nunca los he manejado muy bien... Supongo, que a la vista está.

En fin... muy desconcertante, la verdad.
Opino que la RAE debe de estar para avanzar y creo que esos reales académicos que la forman, tienen una importante labor que desempeñar. No es baladí el hecho de que hayan incorporado a nuestro "Tesoro Nacional", que es el Diccionario de la Lengua Española, un total de 19219 palabras  más en éstos últimos años (2004: 2576 palabras; 2005: 9029; 2007: 4618 y 2010: 2996), algunas tan peculiares como "cultureta", o "muslamen", o "grafitero", u "obrón", o "meloncete",o "facha"... Son palabras que están en la calle y que deben de ser contempladas y se les valora el gesto de que lo hayan hecho... Pero cuándo de pronto nos sorprenden con estas "innovaciones" pacatas, la RAE me resulta tan añosa y tan rancia... , que me viene a la mente nuestra casposa  Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, que creyó que con cambiar la letra del Padre Nuestro se actualizaba.

El emperador Carlos V decía que "un hombre debe dominar 4 lenguas: el francés para la diplomacia, el italiano para amar, el español para pelear y el alemán para domesticar a los caballos". Se ve que, como Flavia, odiaba la lengua germana..., entendía la belleza de la francesa o la italiana y la dureza y sequedad de la hispana... ... Pero es que una servidora, simple  y humilde mortal, la lengua española es la única que habla y es, también, la que ama. Y en ese respeto que por ella siento, me enorgullezco de su indomable ortografía con sus diptongos, triptongos, hiatos y haches intercaladas; gozo con su variadísimo y alucinante vocabulario; me maravillo con sus insufribles tiempos verbales y, básicamente, considero como mías (por pleno derecho por los suspensos que me supusieron en mi años de escolar), a mi Y, y mi Ñ, y a mi CH, y mi LL...; como a mi G y a mi J, mi V y mi B, mi C y mi S...

En unos tiempos en los que nuestra juventud se pierde en SMS absolutamente crípticos e ilegibles, en los que cada día se cuida menos la escritura y en los que el maravilloso hábito de la lectura se está perdiendo, creo que habría cosas más importantes que abordar en el campo de la penosamente maltratada lengua nuestra, antes que ponerse a andar divagando sobre el modo de llamar a una letra. Si lo que queremos es cambiar, hagamos eco de la "incendiaria propuesta que plantea García Márquez " consistente en "jubilar definitivamente la ortografía, 'terror del ser humano desde la cuna' " y sumerjámonos en la anarquía. Puestos a hacer el loco o más bien el tonto, tiremos los pies por alto y rompamos con todas las leyes establecidas. Todo menos caer en la majadería de creer que se es más erudito o que se está más con los tiempos si se pronuncia como "ye" la que hasta ahora se llamaba "i griega".
Para hacer ese avance, más vale quedarse en casa de uno, rodeado de tus bien amados libros y criando telarañas. Al menos, no montaré el pollo, ni daré la tabarra.

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