viernes, 5 de noviembre de 2010

Mi propia teoría de la relatividad

Cuentan que en una reunión de sociedad coinciden Marilyn Monroe y Albert Einstein. Ella, sentada de comensal frente al brillante científico y sin saber de que hablar, intenta romper el hielo y le dice: "Que dice profesor, deberíamos casarnos y tener un hijo juntos, ¿se imagina un bebé con mi belleza y su inteligencia?" y Einstein, que no brillaba por su simpatía, muy serio y sin inmutarse le contesta: "Desafortunadamente temo que el experimento salga a la inversa y terminemos con un hijo con mi belleza y su inteligencia"...
Se vé que el caballero no brillaba mucho por su afabilidad  pero, indudablemente, tampoco por su educación, pero hay que reconocerle que era maravillosamente agudo a la hora de dar sus respuestas más inmediatas.

¡Pánico me da! Y verán por qué..., les cuento. Estando hace un mes, más o menos, viendo el telediario, escuché cómo un odontólogo famoso afirmaba que para que una limpieza de dientes fuera efectiva había que cepillarse un mínimo de 2 mn. cada vez. O sea, tres veces al día y dos minutitos cada vez... Ni que decirles tiene que, a la siguiente vez que me fuí a cepillar, toda obediente yo, cogí el reloj despertador, lo coloqué en el lavabo y me puse por la tarea. ¡Dos minutitos de nada!¿eh?. Cuándo creí que ya había terminado, miré el reloj y había estado cepillándome 20 sg... A los 50 ya echaba espumarajos, a los 80 ya tenía literálmente ganas de vomitar, a los 100 el espumarajo que me salía por la comisura ya era sanguinoliento y verdoso... y cuándo llegué a los aconsejados 120sg, me enjuagué la amalgama de baba, sangre, pasta y demás sustancias y... me acosté. Extenuada.
El asunto, no se rían, me dió que pensar. Me hizo reflexionar sobre la relatividad del tiempo; sobre lo interminablemente largos que se pueden hacer 2mn si estas cepillándote los dientes y lo fugaces que pueden resultarte 4 horas si estas cenando o bailando o haciendo algo que te genere endorfinas o felicidad...
Así, me adentré de una manera somera (mi intelecto no da para más) en la teoría de la relatividad de Einstein e "in-ten-téééé" profundizar en conceptos como materia-energía-espacio-tiempo, en fuerzas y campos gravitatorios, pesos de los cuerpos o efectos de aceleraciones de un sistema... ...Cuándo ya estaba suficientemente rallada (vamos, como una mismísima cebra), me puse a deducir "mi propia teoría de la relatividad" y comprendí que la mía se aproximaba más al mundo de Punset que al de nuestro malhumorado Einstein. Y es que, según capté y comprobé, el tiempo te lo marca tu cerebro o más bien, el efecto placebo que llega a éste. Si el impulso que recibe éste es negativo, el tiempo se hace interminable; si es positivo, pasa como un rayo... Y así, en mi mantecado mental, me generé como "una teoría de la relatividad albertiana" pero un poco alternativilla. "Made in" mi cerebro de marujilla.
Lo que me aterra ahora es que Einstein desde su tumba, lea sobre mis teorías y venga a buscarme. Si tuvo la agudeza de mente y la mala leche de alma de contestarle a la Monroe lo que le contestó a su juguetón comentario, que no me hará a mí tras mi  vil sacrilegio...  Pero bueno, no me voy a preocupar antes de tiempo; si tal cosa ocurre, ya pensaré en algo, tal vez lo entretenga con la teoría del odontólogo listo ése, o con la de los posibles pobladores microbianos de su barba... Igual le caigo en gracia.
Aunque esa será otra historia... De momento les recomiendo que no experimenten con lo de los dientes. ¡¡Ni lo intenten!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario