miércoles, 28 de abril de 2010

Del por qué a Evo Morales le llega la raiz del pelo a las cejas

A diferencia de los marcianos vegetarianos de Stephen Hawking, en mi humilde casa somos carnívoros declarados, de los convictos y confesos. Tanto es así, que hemos hecho de la imagen del solomillo de Matrix, el icono de lo que puede ser El Dorado. Cual Jason y sus argonautas en busca del Vellocinio de Oro, los Caballeros Artúricos del Santo Grial o Indiana Jones del Arca Perdida, vayamos donde vayamos, mi media naranja y yo hemos estado a la busqueda de nuestro solomillo perfecto, sin querer resignarnos a la evidencia de que, el que vimos en la película, era virtual.
Así las cosas, háganse una idea de cual ha sido nuestra estupefacción cuando, el pasado domingo, leímos en El Pais que en Holanda se ha patentado "un pegamento incoloro e insípido (-algo es algo-), elaborado con plasma de cerdo y vaca" y cuya función va a ser la de "unir trozos de carne 'sobrante' (-¡aghhh!, ¿sobrante de dónde?-) hasta elaborar un solomillo ideal". Fibrimex es el terrorífico nombre del monstruoso producto.
Lo peor es que "la UE ha autorizado su comercialización". Sólo "Suecia ha votado en contra, al considerar la sustancia 'una traición al consumidor'"... ...
¡Que escándalo!, ¡que sacrilegio! Va a llegar un día en el que no vamos a saber que comer. Ya la semana pasada nos andaba avisando el "clarividente" presidente boliviano Evo Morales. Y si no, lean sus recientes declaraciones, las que soltó en su comparecencia en la inauguración de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra .Tras hacer una dura crítica de la Coca Cola, dijo: "El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres"(-o sea, que se vuelven maricones-). "La calvicie, que parece normal, es una enfermedad en Europa, casi todos son calvos. Y es por las cosas que comen. Mientras, en los pueblos indígenas no hay calvos porque comemos otras cosas", prosiguió, poniendo como digno ejemplo su abundante cabellera (-¿¿¿???-)
Imagínense la chirigota que se montó. Y digo yo que, a lo mejor, el chiquillo llevaba razón. Claro que, hacer culpable al pobre e inocente pollo de la homosexualidad y calvicie europea es pasarse cien pueblos. Sabe Dios las teorías que nos ofrecería de enterarse de la existencia de los solomillos hechos con el Superglú ese. Habrá que estar al loro. Yo por si acaso, no entro más en casa ni una triste pechuguita de pollo y, en cuanto a lo del solomillo, tendré que pasarme al marisco.

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