lunes, 10 de mayo de 2010

Dónde estén unas buenas lentejas...

"Del cerdo hasta los andares" afirma el dicho popular. Todo es aprovechable.
Bueno, pues ahora va a resultar que del atún también. Y si no, pregúntenle a Adriá y Arzak, que el pasado lunes estuvieron en Barbate comprobando con sus refinados paladares, lo que se puede hacer con este sabroso pescado.
A toda una galaxia de invitados, cien cocineros en total y todos ellos "estrellas Michelin", el Ayuntamiento del municipio gaditano les montó todo un espectáculo, empezando por la sangrienta "levantá", pasando por el "despiece o ronqueo" y terminando con la elaboración y consiguiente degustación de variados y sabrosos platos.
Pero lo que más llamo la atención a los medios de comunicación, que privilegiados presenciaron tan irrepetible evento, fue un plato denominado "piruleta de huevas cargadas de semen"... Ni que decir tiene que, al día siguiente, con todo el sensacionalismo del mundo, amanecimos con unos titulares tipo: "Adriá y Arzak prueban el semen de atún".
No sé ustedes, pero yo ya voy estando un poquito harta de todo este circo que se monta en torno a los "nuevos cocineros" estos.
Tenemos un país tan despistado, que endiosa a futbolistas, cocineros, modelos y figurones del papel cuché e ignora a magníficos escritores, poetas y pensadores.
La anécdota del semen que han saboreado estos famosos "investigadores" es éso, pura anécdota. Más, teniendo en cuenta que, la ya milenaria cultura culinaria china  viene haciendo uso de dicha sustancia, desde  mucho antes, incluso, de que los bárbaros nos entraran por los Pirineos. Y en este caso, no estamos hablando de semen de pescado, sino humano. Por eso, veo risible y pacato que nos vengan a querer escandalizar con dicha "innovación".
Como ya he dicho, yo, ésto de la "nueva cocina" y lo de estos cocineros que se hacen llamar restauradores o investigadores, como que no lo llevo bien. En principio, me dejé deslumbrar como todo el mundo. Me fuí a restaurantes de decoraciones minimales, pagué precios desorbitados y comí platos preciosos, minúsculos y de nombres impronunciables. Snobs, en algún momento, lo somos todos. Pero mi vaso se colmó cuándo me hicieron probar en el OMM de Barcelona un plato elaborado con ceniza de tabaco... Señores, creánme, doy fé de que aquello era ceniza de tabaco; ya si era negro o rubio o si se lo había fumado el propio cocinero o su abuelo desdentado fué algo que no quise investigar. Aquello fué una porquería que, por supuesto, nos cobraron como caviar ruso y que dejé a un lado. Y hasta ahí llegué.
A partir de ese momento comprendí lo cenutria que había estado siendo, queriendo comer lo incomible por estar de moda ,en detrimento de nuestros platos más tradicionales.
Como todos sabreis, al final el archifamoso Bulli ha cerrado. Dice Adriá  que lo cierra porque esta cansado, pero yo quiero pensar que el motivo ha sido otro, el de que se ha arruinado. Y no porque le desee mal alguno a ese señor, Dios me libre, sino porque significará que estamos perdiendo parte de nuestros complejos y que estamos madurando. Lo suficiente, al menos, como para entender que no es necesario pagar 310e para comer bien; que por infinítamente menos, te puedes tomar unas buenas lentejas, un buen arroz, unos buenos garbanzos... Que si algo tenemos en esta tierra nuestra es una cocina de toda la vida que es una maravilla. ¡Dejémonos de pamplinas y aboguemos por no perder nuestra identidad!, ¡que no nos hagan comulgar con rueda de molino, queriéndonos convencer que es mejor cocinero el que condimenta, en vez de con orégano y perejil,  con ceniza de tabaco y semen de pescado!

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