lunes, 12 de julio de 2010

¿Padece usted Ablutofobia o Hidrofobia? pues no podrá convivir con un Bromidrosifóbico, le aviso.

Dicen que con la edad se multiplican las manías, así que yo no sé que va a ser de mí en mi vejez..., es con los años que tengo y ya arrastro un montón ... Igualmente, hay otro dicho, "mal de muchos complejo de tontos", con cuya sentencia también me identifico, porque, en mi condición de maniática, si algo me reconforta es comprobar que los que me rodean estan igual de majaretas o más que yo. Y eso, señores, a estas alturas de la película, tranquiliza.
Vean, por ejemplo, a mi muchacha (bueno, "mi" no, ya que ella es un espléndido espíritu salvaje y libre, con la que no hay manera de hacer carrera...) que, despues de 20 años, cuando me friega y me recoge la cocina, me sigue dejando en el fregadero uuuuna cucharilla de café sin fregar; y cuando limpia el suelo de la casa, me deja sieeemmmpreeee el palo de la fregona en la puerta de la calle... "Simbologías jesuíticas" que las llamo yo.

Pero mucho más interesante que el asunto de las manías es el de las fobias. Una servidora, que se sepa, arrastra tres reconocidas: una, la claustrofobia, otra,el odio acérrimo al desorden (como Beckham) y una tercera  terrible, que es el pánico a los aviones...
Cuál ha sido mi satisfacción cuándo hace unos días me he encontrado en EL PAIS con un artículo a doble página titulado: "Cuando el pánico despega". Dicho artículo, no sólo me ha tranquilizado haciéndome ver lo habitual que es mi odio a volar, sino que también me ha recomendado mil títulos para leer sobre el tema y me ha explicado que, para superar una situación de fobia, lo que hay que hacer es racionalizarla... Pues ¿lo ven?, ahí el artículo ha tocado en hueso, porque esta recomendación legitíma mi pánico que, precisamente esta basado en mi teoría racional de que ¡no es natural que un bicharraco de ese tonelaje flote en el aire, por mucho motor, mucha propulsión, o mucha historia que posea!...
Pero bueno, dejando de divagar, lo que más me ha interesado del artículo es la lista que nos ofrece a los no-iniciados, de fobias raras. ¡Geniales de la muerte!
Os las refiero:
Ablutofobia: miedo a lavarse ... (¡anda, como mi madre!)
Aicmofobia: miedo a las agujas e inyecciones
Amnesifobia: temor a contraer amnesia por enfermedad o accidente
Araquiburitorofobia: temor a que se te peguen al paladar cáscaras de cacahuete...  (¡mu fuerte!)
Batmofobia: miedo a los peldaños de escaleras o pendientes abruptas
Bromidrosifobia: miedo al olor corporal, propio o ajeno... (ésta me la podría adjudicar yo misma)
Brontofobia: miedo a las tormentas
Clinofobia: temor a irse a dormir... (ésta, definitivamente, no es la mía)
Catoptrofobia: miedo a los espejos (cada vez la siento más... cosas de la edad)
Eosofobia: miedo a la luz diurna
Falacrofobia: miedo a la calvicie, a quedarse calvos o estar cerca de gente sin cabello... (ya te aconsejé, Pepe Luis, que no te injertaras esos pelos muertos de jabalí)
Hefefobia o afenfosfobia: miedo a ser tocado... (ah, me suena)
Hidrofobia: temor al agua
Misofobia: miedo a la suciedad o a la contaminación... (¡hala, aquí está Marga!)
Necrofobia: temor a la muerte o a las cosas muertas... (¿quién no teme palmarla?)
Nefobia: miedo ante cosas o experiencias nuevas... (vaya, me resulta familiar)
... ...
A éstas, añadiría yo (aunque no sé si tienen nombre), porque conozco a personas que la padecen: pánico paralizante ante una tirita usada, miedo a rozar con los dientes un palo de helado, miedo histérico a ratas o cucarachas... ¡Un sin fin, vaya!.
Total, que a la vista está que todos, de una manera u otra, arrastramos algo. Y si no, que me levante la mano el que este libre de culpa...
Yo de momento, tomo cacahuetes como una primate de pro, duermo como un tronco, si veo una pelusa la saludo, me lavo, me resultan atractivos los calvos, me encanta que me acaricien... pero... ya ven... con lo de la neofobia o la catoptrofobia me identifico algo, aunque ésta última quizá esté directamente relacionada, como ya he comentado, con la edad y con el hecho de que lo que veo cada vez me guste menos...
No sé, no sé...
Sea como fuere, si usted es de los que padece alguna fobia, con nombre  propio o sin él, hágale frente o acarréela con estoicismo y dignidad, pero evite dar de comer innecesariamente a su psiquiatra. Claro, eso siempre y cuándo pueda convivir con ella., sin generar daños colaterales, propios o ajenos, ya saben... Pero si puede sobrellevarla de una forma natural, verbalícela, cuéntela y ríase de su fobia y de usted mismo. Bromee sobre ella. Verá que bien sienta, es liberizador, se lo digo por experiencia.

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