jueves, 28 de enero de 2010

Una de brujas, serpientes y demás bichejos.

El otro día, charlando con una conocida, ésta me decía que a ella le gustaba salir de compras sola porque, cuándo lo hacía con una amiga, siempre albergaba la duda de si, cuándo le decía que le quedaba algo "fenomenal" sería que le quedaba, en el fondo, fatal, o si cuándo le afirmaba que algo le hacía "delgadísima" sería porque se la veía como a una morsa.
Me hizo gracia. Yo que siempre salgo sola de compras o, a lo sumo, con "mi media naranja", intuí que no iba descaminada. El "universo cosmopólitan", que es como yo denomino al mundo femenino, es complejo, muy complejo. No necesariamente cuándo decimos blanco es blanco, o cuándo comentamos que tenemos hambre es porque queramos comer. Nada más lejos. En nuestra complejidad, el mundo lo podemos poner al revés en un plisplas. Sin titubear. Y mientras más sofisticadas sean nuestras vidas o nuestro entorno, pues peor; el disparate puede ir a más.
Pienso que nosotras somos "amigas de nuestras amigas" hasta que dejamos de serlo, hasta que se nos cruza el cable. Llegado ese momento no hay recuerdos, ni añoranzas que nos unan. Sin fisuras. Somos así.
Hace nada he leído "Lo que el día debe a la noche" de Yasmina Khadra, una novela bellísima que habla precisamente de la amistad, pero en este caso de cuatro chicos. No es la primera vez que me topo con este tema , bien en novelas bien en películas y, leyéndolas, viéndolas y con mi vida misma, he llegado a la conclusión de que la fidelidad entre mujeres no es tan ferrea, tan incondicional, tan "hasta la muerte" e inquebrantable como la de los hombres. Ellos son más leales, más nobles para con sus colegas y sus amigotes.
En una estadística reciente leí que el 90% (aprox.) de los hombres se separaban de sus esposas bien porque éstas los dejaban o bien porque habían encontrado a otra persona; en cambio, la mujer se separaba, en un gran porcentaje, porque ya estaba harta, sin más, aunque no tuviese a nadie esperándola. Pero a dónde quiero llegar es al hecho de que, ese 90% de hombres que toman la decisión de abandonar a sus esposas porque se enamoran de otra, resulta (sigo remitiéndome a la misma estadística) que esas otras -en un porcentaje elevado también- suelen ser la "mejor amiga" de la mujer. Curioso ¿verdad? Dá que pensar...
En fin... y digo yo... ¿qué se puede esperar de unas personas que mañana te pueden quitar sin pestañear lo que tú más quieres?. Cuanto menos, hay que tenerlas en cuarentena permanente y no contarles tus intimidades ni irte con ellas de compras, no te vayas a gastar un dineral en ropa que luego no te pongas.
Pero, ni que decir, que ésta es una apreciación personal y transitoria; como mujer que soy, mañana podré irme de tapas con mi amiga más odiada y, probablemente, me lo pase bomba.
A ver...son cosas del "universo cosmopólitan".

Dedicado a Mercedes, Mimi, Mária... mujeres, esposas, madres traicionadas por una amiga.

domingo, 24 de enero de 2010

Manuel Chavez Nogales, ¡que gran escritor!

Siempre se ha dicho que tendemos a no valoral lo que tenemos habitualmente ante nuestros ojos.Y es cierto. Yo que paso frecuentemente ante la Giralda, núnca levanto la mirada para contemplarla. Igualmente, viajamos por todo el mundo y no conocemos la gran riqueza y belleza de España. Y así con todo.
De hecho, ahora estoy inmersa en la lectura de la obra de nuestro escritor sevillano Manuel Chavez Nogales. Ha sido un descubrimiento tardío. Había leído a sudamericanos, rusos, escandinavos y, mira por dónde, había un autor de Sevilla que desconocía hasta hace nada y que, al día de hoy, me tiene cautivada. Tras "El maestro Juan Martínez, que estaba allí" y "Juan Belmonte, matador de toros", ahora estoy leyendo "A sangre y fuego"; una obra sobre nuestra salvaje y cainita Guerra Civil. Si bien (aunque digan que ésta es su obra cumbre) a mí me han gustado más las dos anteriores, ésta me esta maravillando por su ecuanimidad.
Un 10 para Chavez Nogales, que aún teniendo que exiliarse en el 36 por republicano, tuvo la sabiduría de narrar, en un mismo libro, las atrocidades cometidas por ambos bandos. Por ambos, y eso que él se vió duramente afectado por uno de ellos...
Es curioso ver la imparcialidad de un personaje que vivió la Guerra Civil en primera línea y la intransigencia de otros que ni siquiera la olieron.
Me remito, de hecho, a un llamamiento que hizo EL PAIS dominical a principios del 2003. Básicamente, animaba a toda persona que  tuviera una historia que contar sobre la Guerra a que lo hiciera. El caso es que ya llevaban semanas publicándolas cuando yo me decidí y mandé la mía. Os la reproduzco tal y cómo la envié a la editorial el 20-II-2003:

Cuarenta y ocho años estuvo mi abuela de negro; yo núnca la ví vestida de otro color. A mi abuelo lo fusilaron en el 36. Previamente, lo tuvieron en una carcel provisional a la que su mujer le llevaba a diario la comida. Pero llegó el día en el que el carcelero le dijo que se la llevara de vuelta, que ya no hacía falta. Y ella regresó, con su cesta llena, a casa.
El hermano de mi abuela, mi tio Antonio, tuvo mejor suerte. Al fusilarlo sólo le destrozaron la oreja (también el alma, enloqueció) y al caerles sus compañeros muertos encima, se libró del tiro de gracia.
Mi tío regentaba una tienda de telas, mi abuelo trabajaba unas tierras de su propiedad, llenas de encinas y matojos. Áridas. Pero por eso los condenaron, por poseer nada.
Más tarde mi padre también cayó en desgracia. Con 16 años lo cogieron, pero un día antes de que lo condenaran, llegaron al pueblo los "rebeldes" y lo liberaron. Y es que estoy hablando, sí, del otro bando, del de los "vencedores". Pero no todos estos vencieron, ellos también derramaron sangre inocente y lágrimas.
Hoy, más de 60 años después, estais publicando un ciclo emotivo que estoy leyendo íntegramente, con una inmensa pena, por tanto dolor y tanta vida rota. Núnca, ni yo ni mis hermanos simpatizamos con el franquismo. Mi padre, hombre sencillo y bueno donde los haya, núnca nos inculcó odio a nada. Eso sí, en su silencio, cúando veía algo de la Guerra en la televisión, con tristeza, pero sin decir nada, se levantaba y se iba de la sala. Núnca nos dijo nada en contra de nadie. Pero por él, me he animado a escribiros, para recordaros que sufrieron las dos Españas.

Ni que decir tiene, que núnca se publicó. Durante semanas,estuve leyendo cientos de historias desgarradoras de abuelos fusilados, padres enterrados, viudas desoladas... y ni una, ¡ni una!, hizo mención a los otros caídos. A los del otro bando. Fué vomitivo.
Hoy, mi padre, con 90 años, está en Guadalcanal recogiendo la aceituna y recordando a su sobrino Antonio Fontán que ha fallecido recientemente. Cada vez que éste iba al pueblo, le visitaba. Y charlaban, o mejor dicho, mi padre escuchaba y Antonio hablaba. Se admiraban y respetaban. Mi padre era el único tío que le quedaba. Irlo a ver si iba por allí, era cosa obligada. Pero si aquel julio del 36 esos hombres no hubieran llegado a tiempo, mi buen padre no estaría dónde está.
Así que un sobresaliente para Don Manuel, que, sin sectarismos, tuvo la belleza de alma y la sublime inteligencia de denunciar por igual, lo que hicieron las dos Españas. Si señor, un 10, y mi más sincera admiración, respeto y agradecimiento.

jueves, 21 de enero de 2010

Rapiña de Alto Standing

En estos últimos días ha trascendido la noticia de que hay Bancos que estan cobrando comisiones a aquellas personas que estan mandado dinero para los damnificados de Haití...
Ya sabíamos todos que los Bancos núnca pierden. Ya pudimos ver cómo, en plena debacle económica, apretaron aún más las tuercas a un ciudadano, ya de por sí asfixiado, eliminando entre otras cosas sus ofertas de créditos... No nos desfraudaron al verlos cómo jugaron a escaparse de la quema, a protegerse del chaparrón.
Es verdad que, sin ellos, muchos de nosotros no podríamos comprarnos un coche o una primera vivienda, pero yo no sé por qué mal rollo, núnca nos infunden un sentimiento de gratitud sino más bien de hostilidad. Y es que de todo sacan beneficio. Rascando, rascando usureramente, centimito a centimito para que no te des cuenta, van engrosando sutilmente sus arcas, para poder así repartir anualmente pingües dividendos a sus ya bollantes accionistas.
Pero lo de Haití colma el vaso, daña el alma y la conciencia. Que se beneficien de la bondad y la generosidad  de la gente y de la tragedia de un pueblo es algo repugnante, que clama al cielo. Hay cosas llamadas moralidad y decencia que tendrían que contemplar pero que no tienen en cuenta.
Y luego mandamos a la carcel a chorizos tipo Gürtel o Malaya, cuándo estos rapiñeros de alto standing están a la puerta de nuestras casas, robándonos y encima les apretamos la mano y les damos las gracias.

miércoles, 20 de enero de 2010

Injusta Justicia

Mehmet Ali Agca, condenado en 1981 a 29 años de reclusión por atentar contra Juan Pablo II, por asesinar a un director de un periódico turco y por llevar a cabo actividades terroristas varias, está en libertad. Definitiva. La criaturita, que ha salido tras cumplir al completo su condena, ha sorprendido a todos declarando lindezas cómo: "El fin del mundo se acerca", "Los seres humanos desapareceran en este siglo" o "Yo no soy Dios, ni el hijo de Dios, sino el eterno Cristo". Los médicos que lo han examinado, tras su puesta en libertad, le han diagnosticado "desequilibrio mental" y "personalidad antisocial". ¡Que encanto!
Y ahora me hago la pregunta del millón: ¿Qué hace este tío suelto?; ¿quiénes han sido los insensatos que han decidido que este individuo pueda salir al mundo exterior y campar a sus anchas por él?
Dicen que "mal de muchos complejo de tontos", pero me reconforta ver que hay paises con sistemas judiciales tan absurdos y caóticos como el nuestro. Ya andaba yo escandalizada, indignada por lo de nuestro Farruquito que, tras cometer un homicidio y otras tropelías conocidas, está, tan solo a 3 años de su delito, en la calle. Triste destino el de esa viuda que con su luto aún fresco, tiene que sobrevivir sabiendo que el autor de su desgracia está ya suelto, bailando en escenarios y recibiendo aplausos.
Mientras que nuestro bailaó anda taconeando, Ali Acga, que esta loco pero según para qué cosas, quiere "capitalizar los derechos de su historia personal en forma de entrevistas exclusivas, libros o películas a cambio de sumas millonarias"
Buenos tiempos son éstos en los que tales personajes pueden enriquecerse contando sus maldades mientras que los familiares de sus víctimas estan aún llorando impotentes e indefensos.

martes, 19 de enero de 2010

El Refranero Español

Hoy, hablando con una buena amiga, en alusión a nuestra conversación, me ha soltado: "Cuánto más se aleja el carnero, más grande es la topá". Me he tenido que reir a carcajadas porque venía al pelo. La verdad es que no me deja de sorprender el Refranero Español, la sabiduría de un pueblo que ha sabido idear un refrán para cada tipo de situación. No sé si en los Paises Escandinavos tendrán su refranero. Algunos dichos tendrán, pero me juego la mano a que no hay ninguno con tanta gracia y tanto ingenio como el nuestro. Por eso, cuándo me hablan de la cultura de fulanito o la intelectualidad de menganito, yo pienso que no hay mayor sabiduría que la del pueblo. La de esos seres que sin saber, probablemente y en muchos casos, ni hacer la O con un canuto tienen una percepción de la vida, natural, que los hace inmensamente sabios.
Valoro la erudición, la investigación, el hecho de potenciar el conocimiento, la lectura; pero no por ello dejo de apreciar sobradamente el saber popular, aquel que es producto de la supervivencia, del día a día y del sencillo raciocinio.
Dadme mil labriegos de manos encallecidas y alejadme de escritores prepotentes que se creen en posesión de la verdad. La verdad está en el transfondo de ese Refranero popular, nacido de la sensatez, simpatía, genialidad, sufrimiento y lágrimas de una gente de a pie que no va de nada.

domingo, 17 de enero de 2010

Gánate mi respeto Juancho

Me pasé los doce primeros años de mi vida yendo, cada vez que la ley lo permitía, todos los fines de semana de cacería. Odiaba todo aquello: los madrugones, el frío, la parafernalia, el fanfarroneo. Tanto que, en mi inocente rebeldía, me fabriqué un carné de la Sociedad Protectora de Animales que enseñaba a diestro y a siniestro como para demostrar que todo aquello no iba conmigo. Vamos, que adquirí una conciencia ecologista a una edad en la que no sabía ni lo que significaba eso. Núnca olvidé esos domingos de invierno. Hay imágenes que, aún queriendo, no borro de mi recuerdo, cómo cuando llegaba el recuento. Yo me escondía. Aún tengo incrustado en el cerebro el olor de esos animales extendidos en el suelo, sanguinolientos, muertos; ese olor a piel mojada de miedo, sudor y lluvia, a sangre y pólvora. Cuándo ya fuí siendo mayor me negué a seguir contemplando aquel desatino, aquellas masacres y, desde entonces, me descontrolo enardecida cuándo me hablan de cacerías, de monterías; tampoco soporto el tema de las corridas.
 Pero es una historia pasada, una perorata que si hoy  os cuento es para legitimar de alguna manera mis siguientes palabras:
Partimos de que valoro enormemente las ONGs que luchan a favor de la naturaleza y en contra de exterminios, matanzas, contaminaciones y demás agresiones brutales de cualquier índole, infringidas a nuestro ya frágil planeta Tierra. De igual manera, puedo entender y empatizar con cualquier tipo de activismo: ecológico, político, religioso, en definitiva, ideológico, siempre y cuándo no se haga daño ni se falte el respeto a nadie. En lo que respecta a lo que hizo el Sr. López Uralde en Copenhague fué su opción, su decisión. Fué una gamberradilla con un enorme valor mediático que a todos nos hizo más o menos gracia, pero que hizo consciente, premeditada y voluntariamente. Lo que no entiendo ahora es el lloriqueo. Que si "nos trataron como a perros", que si "nos tenían en una celda siempre iluminada y con tan sólo un colchón", que si "no nos dejaron recibir libros ni turrón", que si "nos han tenido 21 días encerrados"... ...  Y ahí es dónde me pierdo y dónde dejo de valorar la acción de este señor.  Porque opino que hay que ser responsable de lo que se hace y hay que saber asumir y encajar con madurez las consecuencias de tus acciones. Si el director de Greenpeace España, antes de meterse en esa aventura, hubiera leído el Código Penal danés, ahora no estaría tan asombrado por el "incomprensible, inexplicable e inimaginable" castigo impuesto por sus acciones en ese "supuesto país democrático".
Verás Juan, si esto lo hubieras hecho en España, al día siguiente habrías estado en tu casa riéndote de tu gamberrada, porque éste es un país de chirigota; pero en Dinamarca, 30 días de carcel por una falta, son 30 días de carcel, porque tienen un sistema judicial serio.  Si antes de adentrarte en tu aventura hubieras leído su  Código Penal, habrías visto que ibas a cometer delitos, para ellos, muy graves tales como: "suplantación de cargo público", "falsedad documental" (art.174 de su Ley Penal)  y "allanamiento de morada" (art.264) ya que te colastes en la mismísima casa de Margarita II de Dinamarca. Sólo éste último delito está castigado con 6 años de prisión y no por ser el Palacio Real, el castigo hubiera sido el mismo si te hubieras metido en el chalé de un ciudadano de a pie. Así que no te rasgues las vestiduras por el trato que te han dado. Te han tratado estrictamente conforme a los artículos 771 y 772 de su Ley de Enjuiciamiento Civil y Criminal. Y no es que quiera ponderar sus, probablemente, desproporcionadas leyes, pero es lo que hay. Si llegas a hacer ésto en algún que otro país que conocemos, hoy estarías muerto. Así que, la próxima vez, estudia e infórmate, para luego no tener que escandalizarte tanto; sé consecuente porque los que, como yo, admiramos tu ONG y la tarea que llevais a cabo, podríamos pensar que no sois gente maravillosamente comprometida con una causa, sino niñatos que, cuándo las cosas salen mal, no hacen más que pujir y llorar.
Así que p'alante Juancho, levanta la barba y encaja con dignidad y valentía tu condena, porque tendrás que soportar tu castigo, pero ganarás nuestro respeto.

martes, 12 de enero de 2010

Justificable Rencor

El postigo de mi casa daba a un callejón en el que vivía una niña. Era pálida, ojos claros, gordita. Todas las tardes, cuando reunía a sus amigas, armaban tal algarabía que yo salía y me acercaba cuál si fuera la llamada del Flautista de Hamelín. Pero todas enmudecían cuando yo llegaba, callaban hasta que me iba. Y no lo entendía.
Ha pasado mucho tiempo pero ahora me viene a la memoria la cara de aquella vecinilla del callejón que, según supe más tarde, no me miraba a los ojos porque los trajes que estrenaba eran los que desechaba yo. Ella lo sabía. Yo no. Núnca me lo perdonó.
Doloroso e inocente rencor el de aquella niña que, con 9 años, se iniciaba en el mundo de la humillación.
Cuándo, con el tiempo, me enteré ya no se oían sus risas. Supongo que emigraría con su familia. Pero me hubiera gustado pedirle perdón. No por mi fallida generosidad de entonces, sino por mi incorrupta inocencia e ingenuidad. Por seguir, a tan temprana edad, inmune a la vida y ella, por mi culpa, no.

domingo, 10 de enero de 2010

Las dos Princesas del Pueblo

¿En que sociedad vivímos que escoge como Mujer del Año a Letizia Ortiz seguida, sólo por un punto de diferencia, de Belen Esteban?. ¿Qué mantecado mental lleva a esos votantes a valorar a esas dos mujeres por igual?. Me pregunto cuál ha sido el baremo que han seguido para ésta desconcertante, aberrante evaluación.
Definitivamente, me repito como los abuelitos, estamos en una época confusa en la que se le dá similar valoración  a la figura de una periodista princesa pulcra y comedida, que a la de una advenediza periodistilla soez y desvergonzada. No lo entiendo.
Eso sí, la inteligencia se le reconoce, sobradamente, a ambas. Ya se podrían echar un pulso. Reventarían audiencias.

sábado, 9 de enero de 2010

El Asedio

Este año lo he iniciado con un troyano en mi casa. Pero no crean que se trata de un hermoso griego, al estilo del valeroso Hector o del enamoradizo Paris. No piensen que los Reyes Magos me han echado un atractivo guerrero heleno, ellos saben que en mi carta les pedí un bolso y unos zapatos y que con "mi media naranja" tengo cubierto ese campo. Este invasor se ha instalado sin permiso, sin previo aviso, al estilo del temible Aquiles, arrasando. Y llevamos ya siete días batallando. Sin quererlo ni beberlo, estando tan tranquila, me viene ésto y ahora me tiene, con su despiadado asedio, sin escribiros ni leeros. No hay derecho, mi pobre VAIO está maltrecho.
El caso es que yo era reacia a todo esto de la tecnología, pero en esta casa, con el retoño y el marido que tengo, no pude resistirme mucho tiempo. Pero yo era una de esas románticas que disfrutaba del acto de escribir cartas. A la antigua usanza. Y no es que escribiera muchas, pero me gustaba el hecho de coger el papel y, de puño y letra, escribir en él y posteriormente introducir la carta en el sobre, ir al estanco, pegarle el sello y echar mis palabras al buzón. Sentía que, con todo ese esfuerzo, transmitía deferencia y cariño hacia la receptora o receptor. Me daba satisfacción. Además, ¿hace cuánto tiempo que no encontrais una carta de un ser querido en vuestro buzón?, ¿a que os haría ilusión?
Pero todo esto se perdió, ya no se encuentran ni sellos. Y pienso que, al igual que los fareros, en un futuro también desaparecerá la figura del cartero. Son los tiempos. Ahora, a base de ver a diario tan inhóspito y despersonalizado a mi triste buzón, me he habituado a mirar mi VAIO, el cuál, dándole a un pulsor, me muestra otro mundo de ilusión, solo que en vez de llamarse carta, sobre o buzón, tienen otros nombres como Avant Browser, Explorer, Google o Outlook Express.
Ahora estoy desolada porque este terrible troyano me ha roto la posibilidad de cualquier comunicación y porque, por mucho que luchamos y lo herimos, siempre salen más de la panza de ese terrible caballo. Y me desconcierto, y me hago preguntas como: ¿quién se beneficia de todo ésto?
En fin... son nuevos tiempos, con nuevos códigos de comportamiento que, a menudo, yo no entiendo.
Resistiré como pueda al ataque, al asedio, aunque ya no sabemos como hacerlo.

viernes, 8 de enero de 2010

Bendita rutina

Se acabó el frenesí, se terminó la locura. Los niños han vuelto al colegio, los bebés a las guarderías, las madres a sus trajines habituales... Ha vuelto la rutina.
Ahora viene la segunda parte. Siempre quedan secuelas en todas las enfermedades: quitar decoraciones excesivas, ordenar desbarajustes múltiples, recuperar bolsillos, perder kilos... Llega la cuesta de enero, vienen las rebajas y aparecen los lamentos: "¡Ay,que no puedo!", "Ay, lo que peso!"
Hay quien opina que todo tiempo pasado fué mejor, que antaño había más felicidad y que se vivía con más calidad. No lo creo, en mi infancia aún se veían niños descalzos en mi pueblo. Y no ha pasado tanto tiempo. Hoy hay ropa, zapatos, comida, juguetes y escolarización para todos ellos. En eso hemos mejorado sobradamente. Pero, volviendo al dicho de "todo tiempo pasado fué mejor", sí es verdad que hay ciertas cosas de antes que añoro, como esas íntimas bodas con 50 invitados, o esas primeras comuniones de churros y chocolate, o esos bautizos en los que nos tiraban a los chiquillos perras gordas a grito de "¡Pelón!", o a esos niños ilusionados en Reyes porque esperaban un simple balón, o a esas niñas que soñaban por una muñeca pepona... ¡por una sola cosa!
Creo que con la prosperidad y la mejora en nuestra calidad de vida, se nos han ido de las manos muchas cosas. Se ha perdido el sentido de la mesura, el sentido de la proporción. Y es una pena, porque ya no observo el mismo brillo en los ojos de estos niños que reciben 20 regalos, que el que recuerdo en los míos aquel 6 de enero en el que recibí un neceser para mi muñeca, lleno de todo tipo de botecitos, talcos, jaboncitos, peinecillos... todo en miniatura. Nunca imaginé cosa más hermosa,con aquellos volantitos rosa.
En fin... fueron otros tiempos. Benditos sean éstos porque ya no hay niños hambrientos, descalzos o analfabetos. Gracias a Dios, ya nunca volveremos a eso. Pero abogo ( aunque sé que predico en el desierto) por recuperar parte de esa austeridad y sencillez de aquellos tiempos. Como un Valor más. A veces me pregunto, en qué momento de nuestro transcurso perdimos el norte y caímos en esta hortera y pretenciosa desmesura. Pero bueno... no me hagais caso. Es que aún estoy sensible a tanto brillo, a tanta opulencia, a tanto exceso y la alergia aún me pica.
El caso es que, al fín, la normalidad ha vuelto y con ella, las lentejas, las horas de lectura, el buen cine, las zapatillas, las cenitas en el sofá... en definitiva, el dulce y calmo calor del hogar. ¡Hay tantas pequeñas-grandes cosas para disfrutar! De nuevo llega la rutina, mi rutina. Bendita rutina.

domingo, 3 de enero de 2010

A ti.

 A ti, Rey de la Bondad, que con tu generosidad y tu alegría iluminas la vida de quien te acompaña.
A ti, Emperador de la Ternura, que con tu cariño y tus caricias acolchas la existencia del que se sienta a tu lado.
Que la vida no te cambie. Que nada te haga perder tu tolerancia, tu equilibrado sentido del perdón y de la justicia.
Que los años no te maleen. Que tu optimismo y tu positivismo no se oscurezcan, ni tu buen caracter palidezca.
Adios. Buen viaje.Vuelve y, por favor, nunca jamás cambies.