domingo, 17 de enero de 2010

Gánate mi respeto Juancho

Me pasé los doce primeros años de mi vida yendo, cada vez que la ley lo permitía, todos los fines de semana de cacería. Odiaba todo aquello: los madrugones, el frío, la parafernalia, el fanfarroneo. Tanto que, en mi inocente rebeldía, me fabriqué un carné de la Sociedad Protectora de Animales que enseñaba a diestro y a siniestro como para demostrar que todo aquello no iba conmigo. Vamos, que adquirí una conciencia ecologista a una edad en la que no sabía ni lo que significaba eso. Núnca olvidé esos domingos de invierno. Hay imágenes que, aún queriendo, no borro de mi recuerdo, cómo cuando llegaba el recuento. Yo me escondía. Aún tengo incrustado en el cerebro el olor de esos animales extendidos en el suelo, sanguinolientos, muertos; ese olor a piel mojada de miedo, sudor y lluvia, a sangre y pólvora. Cuándo ya fuí siendo mayor me negué a seguir contemplando aquel desatino, aquellas masacres y, desde entonces, me descontrolo enardecida cuándo me hablan de cacerías, de monterías; tampoco soporto el tema de las corridas.
 Pero es una historia pasada, una perorata que si hoy  os cuento es para legitimar de alguna manera mis siguientes palabras:
Partimos de que valoro enormemente las ONGs que luchan a favor de la naturaleza y en contra de exterminios, matanzas, contaminaciones y demás agresiones brutales de cualquier índole, infringidas a nuestro ya frágil planeta Tierra. De igual manera, puedo entender y empatizar con cualquier tipo de activismo: ecológico, político, religioso, en definitiva, ideológico, siempre y cuándo no se haga daño ni se falte el respeto a nadie. En lo que respecta a lo que hizo el Sr. López Uralde en Copenhague fué su opción, su decisión. Fué una gamberradilla con un enorme valor mediático que a todos nos hizo más o menos gracia, pero que hizo consciente, premeditada y voluntariamente. Lo que no entiendo ahora es el lloriqueo. Que si "nos trataron como a perros", que si "nos tenían en una celda siempre iluminada y con tan sólo un colchón", que si "no nos dejaron recibir libros ni turrón", que si "nos han tenido 21 días encerrados"... ...  Y ahí es dónde me pierdo y dónde dejo de valorar la acción de este señor.  Porque opino que hay que ser responsable de lo que se hace y hay que saber asumir y encajar con madurez las consecuencias de tus acciones. Si el director de Greenpeace España, antes de meterse en esa aventura, hubiera leído el Código Penal danés, ahora no estaría tan asombrado por el "incomprensible, inexplicable e inimaginable" castigo impuesto por sus acciones en ese "supuesto país democrático".
Verás Juan, si esto lo hubieras hecho en España, al día siguiente habrías estado en tu casa riéndote de tu gamberrada, porque éste es un país de chirigota; pero en Dinamarca, 30 días de carcel por una falta, son 30 días de carcel, porque tienen un sistema judicial serio.  Si antes de adentrarte en tu aventura hubieras leído su  Código Penal, habrías visto que ibas a cometer delitos, para ellos, muy graves tales como: "suplantación de cargo público", "falsedad documental" (art.174 de su Ley Penal)  y "allanamiento de morada" (art.264) ya que te colastes en la mismísima casa de Margarita II de Dinamarca. Sólo éste último delito está castigado con 6 años de prisión y no por ser el Palacio Real, el castigo hubiera sido el mismo si te hubieras metido en el chalé de un ciudadano de a pie. Así que no te rasgues las vestiduras por el trato que te han dado. Te han tratado estrictamente conforme a los artículos 771 y 772 de su Ley de Enjuiciamiento Civil y Criminal. Y no es que quiera ponderar sus, probablemente, desproporcionadas leyes, pero es lo que hay. Si llegas a hacer ésto en algún que otro país que conocemos, hoy estarías muerto. Así que, la próxima vez, estudia e infórmate, para luego no tener que escandalizarte tanto; sé consecuente porque los que, como yo, admiramos tu ONG y la tarea que llevais a cabo, podríamos pensar que no sois gente maravillosamente comprometida con una causa, sino niñatos que, cuándo las cosas salen mal, no hacen más que pujir y llorar.
Así que p'alante Juancho, levanta la barba y encaja con dignidad y valentía tu condena, porque tendrás que soportar tu castigo, pero ganarás nuestro respeto.

2 comentarios:

  1. Estoy completamente de acuerdo con esta actualización!!! Ver las ruedas de prensa de Greenpeace después de la liberación de los detenidos me irritaba y el tratamiento de algunos medios que defendían lo indefendible, no por nada, sino porque así lo dice la ley me sacaba de mis casillas... un 10 para la entrada!

    ResponderEliminar
  2. La idea de que el fin justifica los medios es maquiavélica, aunque las Ongs se crean con derecho a vulnerar las leyes porque su objetivo sea muy importante. Comparto con ellos la idea de que tenemos que cambiar de actitud o todo se va al garete,pero uno debe hacerse responsable de sus actos, y apechugar con las consecuencias. Luego es posible que políticamente se le aplicase un indulto (o no),pero ellos son los primeros que deberían respetar las leyes de cada país, y no quejarse de que se cumplan.

    ResponderEliminar