viernes, 8 de enero de 2010

Bendita rutina

Se acabó el frenesí, se terminó la locura. Los niños han vuelto al colegio, los bebés a las guarderías, las madres a sus trajines habituales... Ha vuelto la rutina.
Ahora viene la segunda parte. Siempre quedan secuelas en todas las enfermedades: quitar decoraciones excesivas, ordenar desbarajustes múltiples, recuperar bolsillos, perder kilos... Llega la cuesta de enero, vienen las rebajas y aparecen los lamentos: "¡Ay,que no puedo!", "Ay, lo que peso!"
Hay quien opina que todo tiempo pasado fué mejor, que antaño había más felicidad y que se vivía con más calidad. No lo creo, en mi infancia aún se veían niños descalzos en mi pueblo. Y no ha pasado tanto tiempo. Hoy hay ropa, zapatos, comida, juguetes y escolarización para todos ellos. En eso hemos mejorado sobradamente. Pero, volviendo al dicho de "todo tiempo pasado fué mejor", sí es verdad que hay ciertas cosas de antes que añoro, como esas íntimas bodas con 50 invitados, o esas primeras comuniones de churros y chocolate, o esos bautizos en los que nos tiraban a los chiquillos perras gordas a grito de "¡Pelón!", o a esos niños ilusionados en Reyes porque esperaban un simple balón, o a esas niñas que soñaban por una muñeca pepona... ¡por una sola cosa!
Creo que con la prosperidad y la mejora en nuestra calidad de vida, se nos han ido de las manos muchas cosas. Se ha perdido el sentido de la mesura, el sentido de la proporción. Y es una pena, porque ya no observo el mismo brillo en los ojos de estos niños que reciben 20 regalos, que el que recuerdo en los míos aquel 6 de enero en el que recibí un neceser para mi muñeca, lleno de todo tipo de botecitos, talcos, jaboncitos, peinecillos... todo en miniatura. Nunca imaginé cosa más hermosa,con aquellos volantitos rosa.
En fin... fueron otros tiempos. Benditos sean éstos porque ya no hay niños hambrientos, descalzos o analfabetos. Gracias a Dios, ya nunca volveremos a eso. Pero abogo ( aunque sé que predico en el desierto) por recuperar parte de esa austeridad y sencillez de aquellos tiempos. Como un Valor más. A veces me pregunto, en qué momento de nuestro transcurso perdimos el norte y caímos en esta hortera y pretenciosa desmesura. Pero bueno... no me hagais caso. Es que aún estoy sensible a tanto brillo, a tanta opulencia, a tanto exceso y la alergia aún me pica.
El caso es que, al fín, la normalidad ha vuelto y con ella, las lentejas, las horas de lectura, el buen cine, las zapatillas, las cenitas en el sofá... en definitiva, el dulce y calmo calor del hogar. ¡Hay tantas pequeñas-grandes cosas para disfrutar! De nuevo llega la rutina, mi rutina. Bendita rutina.

2 comentarios:

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  2. La virtud esta en todo el medio (o sea estorbando como yo digo), pero, paradójicamente, que difícil es verla. Yo también recuerdo Reyes de un solo regalo, y la ilusión que poníamos en él, pero el juicio no es imparcial; teníamos ocho o diez años, ojos de niño, mente de niño, y sobre todo edad de niño.
    Lo de ahora es de locos, y, desbordados por los acontecimientos, los niños no saben a qué jugar, qué coger. Parece causarles dolor más que placer el tener que decidirse por uno u otro juguete a cual más bonito. Tardan días en asimilar el aluvión de cosas que reciben. Hay padres que les guardan cosas y se las dosifican (cuando no se las vuelven a regalar en santo o cumple ahorrando un regalo).
    En fin, las cosas cambian, algunas para mejor y otras no. No sé, pero pienso que en conjunto mejoramos, aunque siempre se pierde algo por el camino. Yo, no pienso como Manrique, para mí solo tengo la certeza que "cualquiera tiempo pasado fue... distinto".

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