A ti, Rey de la Bondad, que con tu generosidad y tu alegría iluminas la vida de quien te acompaña.
A ti, Emperador de la Ternura, que con tu cariño y tus caricias acolchas la existencia del que se sienta a tu lado.
Que la vida no te cambie. Que nada te haga perder tu tolerancia, tu equilibrado sentido del perdón y de la justicia.
Que los años no te maleen. Que tu optimismo y tu positivismo no se oscurezcan, ni tu buen caracter palidezca.
Adios. Buen viaje.Vuelve y, por favor, nunca jamás cambies.
Ya mismito lo tienes aquí otra vez. Vuelan porque la vida es así, pero no se van del todo.
ResponderEliminarEstán permanentemente metidos en nuestras entrañas y de ahí nadie los puede sacar. besos.