lunes, 8 de marzo de 2010

Haberlos, haylos

Volvemos a las andadas. Esto de que los sacerdotes de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana tengan que hacer votos de pobreza, castidad y obediencia para vestir los hábitos esta resultando ser una broma de muy mal gusto. Y es que los chicos estan que no paran. Sin ponernos a deliberar sobre los votos de obediencia y de pobreza (de este último habría mucho que rascar), centrándonos en el de castidad, esta claro que este último lo llevan bastante mal. Que el tema del celibato hace aguas es una realidad, no hay más que leer la prensa que, cada semana, nos agasaja con una novedad: que si los obispos irlandeses piden perdón, tras hacerse públicos los informes Ryan y Murphy, por los reiterados y escabrosos casos de pederastia en el seno de su iglesia; que si un cura toledano se dedica a sisar hasta 17.000 euros de la hucha parroquial para gastárselo en líneas eróticas y prostíbulos; que si los abusos perpetrados a los niños del coro de la catedral de Ratisbona en Alemania...
Es una lástima, porque con todas estas "meae culpae" tardías y toda esta publicidad, le estan haciendo un flaco favor a todos aquellos hombres que estan llevando a cabo, con rectitud y devoción, aquello que juraron ante Dios. Pero siempre han pagado justos por pecadores.
Lo que yo le pediría a la que, por tradición, ha sido nuestra Iglesia, es que, antes de rasgarse las vestiduras con la facilidad que lo hacen, con temas que la sociedad actual esta demandando, hagan una cura de humildad y hagan una revisión de sus propias entrañas. Porque a la vista de lo que últimamente nos llega, tienen las tripas algo gangrenadas.
Los invitaría a que dejen de oponerse ofuscadamente, sin posibilidad de diálogos ni matizaciones, al control de natalidad, a la reproducción asistida, al matrimonio homosexual, al cambio de sexo, a puntuales casos de aborto, a la a veces piadosa ayuda a morir, a las clonaciones, a los estudios embrionarios... Que se pongan las pilas, porque se estan quedando desfasados. Que intenten ser más tolerantes, que se flexibilicen algo porque, tal como tienen los trapos de sucios en casa, les falta mucho de legitimidad moral para exigir tanto.
Así que, señores mandatarios de la Iglesia Católica Romana les toca hacer la colada, y echen mucha lejía porque tanta porquería está enturbiando la labor de muchos sacerdotes pobres, humildes, obedientes, buenos y castos. Que haberlos, haylos.