viernes, 26 de marzo de 2010

El milagro de Carla

Hoy Carla le ha ganado un pulso a la vida. Dormida plácidamente, ajena a todo lo que la circundaba y desconocedora de su popularidad, hoy Carla lanzaba, con su presencia, una ráfaga de aire fresco, de alegría y de esperanza hacia todas aquellas cámaras que la enfocaban.
Y es que, hoy, es un bebé sano y normal, con toda una vida por delante, con toda una infancia, adolescencia, juventud, madurez y vejez por descubrir.
Podría no haber sido así. Estaba abocada a padecer algo tan malsonante como "distrofia muscular facio-escapular-humeral", un mal que la hubiera llevado a vivir postrada antes de los 20 años y eso en el caso de que hubiera llegado a cumplirlos. Esa "degeneración genética de los músculos" la sufren ya varios miembros de su familia, pero ella no la padecerá. Y no sólo eso, sino que tampoco será portadora ni transmisora de la enfermedad.
El equipo médico del Hospital Quirón de Barcelona ha obrado el milagro. No vayan a pensar que ha sido cosa de santos. ¿Que cómo lo han conseguido? pues detectando esa perversa "anomalía genética y cromosómica" cuando Carla era aún un embrión, antes de transferirlo al utero de su madre. Ni más ni menos.
Algún día (al menos, eso espero), Carla tendrá en sus brazos a su nieto y, probablemente, emocionada o incluso llorando, le susurre el misterio de su vida, sabedora de que ese niño también estará a salvo.
Es el milagro de Carla, el milagro de los avances de la ciencia médica y científica, el milagro de los estudios embrionarios... , esos que nuestra Santa Iglesia Católica Romana rechaza. Parece mentira que aboguen con tanto ahínco por la vida de un niño a la hora de hablar del aborto y que, de igual manera, abominen y se acuchillen con éste tipo de prácticas cuyo fin es, igualmente, dar la vida o, más bien, darle sentido y dignidad a ésta. En fin...
Hoy el centro es Carla. En un mundo de catástrofes y desgracias, con su emotiva historia nos ha robado a todos un poquito de nuestro afecto y la más amplia de nuestras sonrisas.
Ha sido como un gran tsunami de esperanza.
¡Bienvenida a la vida, Carla!